La verdad es
que no hubo nada cierto
el río anegó
las calles
el horizonte fue
el techo de la fábrica
La mentira no
encontró
con qué cubrirse
los hombros
y arañó tu
espalda para que no la sueltes
Pero una furia,
la última,
ardía en la alborada de los solos
para estos
colores líquidos
donde aún circulan
la noche y el
aceite
Y letras
sueltas como restos de sopa
que no
alcanzan para mi nombre, tan simple
ni para el
tuyo, que he olvidado
A veces, el
hambre ya no es a veces
si en la plaza
no hay humo para nuestro anonimato
si vapor es
sólo el que sale de nuestras bocas
La verdad es que no hubo nada cierto, salvo la fiebre