Blanco, todo blanco
un plato de arroz
fue el alimento de los novios
al borde de sí mismos
Una cucharada de miel, como deseo
se derramó en el pan
y supo a luna y a naranjas
a memorias del olvido
Ambos aliviaron el hambre
y se juraron no sentirlo otra vez
más que de sus bocas
y su ombligo
y se lavaron los pies
en un charco tembloroso
y se cubrieron con una cortina
Los perros callaron
la noche
balbuceó un gemido
Escribirse la belleza en los muros
es de valientes insomnes
que firman pagarés después del vino
Y bailaron un vals, ciegos del mundo
y los burócratas lamieron los platos
copiando y pegando formularios y recibos
Pero los coherentes
guardaron las banderas
porque no servían de mantel o abrigo.
Los novios juraron ser amantes clandestinos
Juraron sin permisos
sin garantes
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