lunes, 30 de enero de 2023

Registros desde el humo

                                  (A.)

Antes de este ayer

la furia fue del horizonte 

piedad, la de tus manos

como ir en el aire hasta tu puerta

y llegar con barro en los zapatos

 

Porque siempre te supe 

como se saben los pájaros azules 

en la noche, infinitos 

de ojos cerrados

 

Pero hoy te desconozco 

hasta esfumarme y soltarte

en el tedio 

a deshoras 

porque sí

 

Te pido que no te quedes en un ojal

que te sujetes de la siesta

que todavía queda un poco


Me estoy dibujando unas alas sin memoria

para volver del blanco sin testigos ni sepias

para arañarte despacio y decirte

que no nos han vencido

 

Mirarte a los ojos 

con la cara sucia y la frente en alto

La poesía es esa, con los breteles caídos

haciendo señas

 

La sonrisa 

no volverá a ser una herida en tu rostro, mientras las hojas arden

 

Los poetas se soltaron las manos

pero sólo dos, se liberaron 

para morderse en silencio y quedarse ahí

hasta perder el hambre

  

Quise llegar en hora

-más bien en segundos-

pero hubo que quitar cuchillos de la ruta

y traerte de la mano de regreso a casa

 

... Barrer el patio, hacer el almuerzo

decirte mi nombre muchas veces

derramarme en el suelo 

Y si otra vez, quisieras bailar...?

 

Hasta despertar y quitarme tu abrazo

por 10 días nomás, por 10 días

Hasta que no me pidas que vuelva

y te quedes ahí, al borde de mí misma


Por si aún hubiera, que correr y callar

 

 

 

 

Los segundos

                                            (A. R)

Te avalé una memoria 

de calamares

y sepias haciendo pie

para este silencio incidental

y descalzo...

detrás de la cortina


En una epítome de segundos sin terceros

con la dignidad en carne viva de los ciertos

Pero era demasiado para esa inmensidad

que ya no cabe en tu espejo 

y se vuelca en mí

indebidamente


Te llamé a deshoras

a derribar muros

inconclusos y sin vanos

para que la brisa peine el horizonte

y la siesta sola 

encuentre un regazo


Porque hay fríos

que dejan una herida en los labios

justo antes de decir

y callar

Porque mi sebo dulce será 

el lacre de tus sobres vacíos


El aire que tomaste en un puño

murió preso y desnudo

errante en sí mismo

y con luz cenital

Los pétalos ardieron dentro de una guitarra 

encordada al revés