(A. R)
Te avalé una memoria
de calamares
y sepias haciendo pie
para este silencio incidental
y descalzo...
detrás de la cortina
En una epítome de segundos sin terceros
con la dignidad en carne viva de los ciertos
Pero era demasiado para esa inmensidad
que ya no cabe en tu espejo
y se vuelca en mí
indebidamente
Te llamé a deshoras
a derribar muros
inconclusos y sin vanos
para que la brisa peine el horizonte
y la siesta sola
encuentre un regazo
Porque hay fríos
que dejan una herida en los labios
justo antes de decir
y callar
Porque mi sebo dulce será
el lacre de tus sobres vacíos
El aire que tomaste en un puño
murió preso y desnudo
errante en sí mismo
y con luz cenital
Los pétalos ardieron dentro de una guitarra
encordada al revés
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