Pienso en el desvelo
de Kusturica
en quien ha perdido el
sueño y... también, eso que flota en el viento
en quien se sabe indefensa
y pone la piel como escudo
antes del hambre, después del miedo
Y de golpe, una
caricia
-porque de caricia, un
golpe, ya no-.
la devuelve a lo más lejano de este mundo
y los postigos dejan
entrar luz
donde no hubo más que azulejos
blancos
y pasillos, agujas
en un encierro mudo
La escena se desliza y
ella, quietecita, sabe que el giro es de los otros
pero se apresta a
danzar
centrífuga y atada
Sus ojos ya no
necesitan caer en su reflejo
o abrazar el vacío hasta no tambalear
Con un diamante en la mano
alguna madre, quizás la
suya, la mira en silencio
Es que el vinilo ya sabe
su tarea de memoria
y la belleza sigue siendo algo ridícula, sin alas,
pero el aire, pero el abismo en el plexo...
ese vértigo...
busca nombrarse a sí mismo.