de tus últimas flores
cuando mi sombra escape por fin
de este cuerpo doloroso.
No sé si habrá tiempo
para saber si “siempre”
era la palabra precisa
por aquellos días.
Y ojalá esas dos espadas
que no supe evadir
sean sólo tus ojos
dibujándome en el techo.
que no supe evadir
sean sólo tus ojos
dibujándome en el techo.
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