Me pregunto qué hago aquí
tan cerca de tu espalda
tan lejos de mi brío
Por qué esos vacíos en la espuma
donde tu nombre de santo en penumbras
emerge sin abreviatura
Y una vez, más eterna que la otra.
ahí, donde tus ojos se llaman en mí
en un monólogo de ayeres sordos
que se tragan mi sombra
cuando arde ensimismada
en un giro ebrio de dos lunas
Una, que acaricia tu memoria
con pulso abstinente
para que no te multipliques
a la hora de comerme
desahuciada y sucia
trasnochada y frágil
La otra, se afila los huesos
por si acaso
Porque dolés despacio
tras un coro de cuchillos
prontos
para abrir esta cama que cruje
y taparme los pies
creyendo que aún respiro
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