La luna,
su cuchillo
me ha hecho un tajo donde duele
No, ya no me defiendo de mí
Relamo la memoria del vino
y madrugo antes de abrirme
en busca de pan
Los pliegues infinitos de la sábana
anidaron el calor de un rayo
fugitivo de todo cielo
desprovisto y puro, ambiguo
Una metralla de luz, sí
una acaricia en el polvo del vidrio
antes de otra furia contenida
No.
no supo qué hacer con tanto silencio
la inocencia era nuestra
la sal, la miel, la niebla
El brujo
supo que ella lo añoraba a lo lejos.
Una vez más
Pero sólo lo supo.
Lo supo solo.
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