Y soy mi propio cisma
un magnicidio de átomos que buscan ser fragmentos
de cualquier cosa que rearme
que te busque un nombre
que te salve de mí
tan impura, tan hostil
Pero ya te has ido
y nada ha caído de tu bolsillo
lo accidental se midió a sí mismo
y mis labios aún tiemblan
si los verbos se buscan con los ojos vendados
mis manos te arrojaron chispazos de estática
no quisieron ser caricia
llegaron a tus ojos fríos, rojos
como ese viaje de dos abismos
a falta de una caída.
Hay un martes para desdibujarnos en el pasillo
antes de la noche
después de este día
La delicia de negarnos para siempre
y cohabitar
definitivos
famélicos
inconscientes
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